Nadie podía imaginar que una mujer llegaría a ser reina de Asia, hasta el fatídico día en que el rey de los asirios cayó herido mortalmente ante las murallas de Babilonia. Cuando un mensajero entró en los aposentos de Semíramis para darle la noticia de la muuerte de su esposo y de la sublevación de Babilonia, unna doncella estaba trenzando el largo cabello de la reina.
Semíramis contuvo las lágrimas, pidió un caballo y se fue inmediatamente a Babilonia, donde convocó a los generales y dio las órdenes necesarias.
A los guerreros no les resultó fácil obedecer a una mujer, pero Semíramis no se dejó intimidar. No era el momento de discutir, tenía que conquistar la ciudad. Gracias a la audaz estrategia de la reina, el ejército consiguió la victoria. Al regresar a Kalah, capital del reino asirio, Semíramis fue proclamada "Señora Reina" y gobernó en nombre de su hijo, que era demasiado joven para ocupar el trono. Cuando fue imprescindible luchar, la reina demostró u gran coraje. Sin embargo, siempre quiso la paz. Al alcanzar su hijo la madurez necesaria para ocupar el trono, Semíramis renunció al mismo, pero siguió participando en el gobierno durante muchos años, respetada el pueblo.
"Gracias a mis proezas, me comparan con los hombres más valientes. Mi imperio se extiende hacia oriente hasta el río Éufrates; por el sur, hasta el país del incienso y de la mirra; por el norte hasta Sidón. He devisado el curso de los ríos a mi voluntad, he levantado fortalezas inespugnables en las que no se aventuran las fieras feroces."
No hay comentarios:
Publicar un comentario