Teodora nació en el seno de una familia de origen humilde. Fue actriz de teatro y trabajó en uuna taberna hasta que se convirtió al cristianismo y decidió cambiar de vida.
Justiniano, futuro emperador de Bizancio, la desposó. Sus enemigos la acusaban de no tener escrúpulos. Sea cual fuera la verdad, Teodora fue una verdadera reina. Lo demostró en el año 532, en el que se produjo la revuelta de la Nika, y durante el incendio posterior de la capital. Se avecinaba una guerra civil: Justiniano corría el riesgo de perder el trono por lo que pensaba abandonarlo todo y ponerse a salvo. Pero Teodora anunció a la corte, cuando todos sedisponían a abandonar Constatinopla, que prefería morir antes que huir. Justiniano y sus generales, avergonzados por su cobardía, decidieron ser tan valientes como la reina. La ansurrecció fue aplacada. Teodora, que poseía un fuerte carácter y grandes ambiciones, desde ese momento dominó la política de su país. En adelante, Justiniano siempre se ocupó poco del gobierno y dejó que fuese su esposa quien llevara a cabo reformas y se ocupara de las relaciones con los países extranjeros. Su imagen sigue resplandeciendo en los mosaicos de la iglesia de San Vital de Ravena.
"Aunque huyendo podríamos salvarnos, creo que no es oportuno hacerlo. Del mismo modo que cada hombre defiende instintivamente su vida, tanto más un soberano debe defender a toda costa su reino. ¡Yo no sería nada sin mi corona y no podría seguir viviendo si mi pueblo no me llamase soberana! Así pues, emperador Justiniano naves, esperando para ponerse a salvo. Pero debes preguntarte, cuando estés a salvo, si no te avergonzarás de tu proceder. En cuanto a mí, ¡prefiero morir que abandonar mi trono!"
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